viernes, 19 de noviembre de 2010

Glowing around


Que la semana de la moda parisina nos regala, sin lugar a dudas, un sinfín de nuevos y eclécticos estilismos con los cuales abastecer nuestro armario no es ningún secreto. Que Lanvin, una firma incapaz de destacarse ante la comercialidad y renombre de otras casas algo más definidas en la industria, rompa la norma establecida y se perfile como la proveedora de una de las mejores colecciones de la temporada sí que lo es. Sobre todo después de su puesta en escena relativamente minimalista, sus caras conocidas tanto dentro como fuera de la pasarela y, por supuesto, su propuesta para esta primavera.




¿Acaso no es abrumador ver a la, bajo mi punto de vista, sobrevalorada Frida Gustavsson vistiendo esa magnífica creación? Sus ojos claros, su piel pálida, su constante expresión de casi aristocrático desdén no dejan de recordar a una espléndida Ava Gardner en Mogambo, vistiendo sus mejores galas en medio de una colonia dejada de la mano de dios que veía su postura arrebatadora y sus atrevidos atavios como la encarnación distorsionada pero no por ello menos real de alguno de sus muchos dioses.



Pero no todo queda en manos de la ambición europea y las aborígenes deciden oponer resistencia con telas tornasoladas y pedrería fina en una mezcla de colores, pieles, tejidos y brillos incapaz de enamorar al espectador. Tan bellas como poderosas, nuestras amadas indígenas caminan sobre la pasarela con rostro ecuánime, como si ésta fuera una manifestación suficiente de su atractiva ira. Quizás comercial, quizás irreal, quizás una pizca efectista pero... ¿no es ese el punto fuerte de Lanvin?

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